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Giovanni Sartori, Homo videns (página 2)




Enviado por ivan_escalona



Partes: 1, 2

Las elecciones se vuelven, por su parte, una competencia en
donde son los hombres, y no los programas de
gobierno ni el respaldo partidista, los que se graban en la mente
del elector. "La televisión nos propone personas en lugar
de discursos [
… ] El videolíder
más que transmitir mensajes es el mensaje." La política, por
televisión, requiere de personajes, se fundamenta en la
exhibición de rostros. No obstante, ello varía
según el sistema
político en cuestión: si el voto es por lista o por
candidato, si es en distritos uninominales o
plurínominales, si los partidos son débiles o
están institucionalizados, si se trata de un sistema
presidencial o parlamentario. La tendencia, sin embargo, persiste
en mayor o menor grado: la imagen televisiva personaliza la
política.

Cuando Ortega sentenciaba "el hombre-masa
no atiende a razones", sujuicio era exacto. Ahora, la
televisión acentúa ese fenómeno en el homo
videns: promueve la emotividad y la excitación, muestra
imágenes que conmocionar y encienden pasiones en el
televidente, sin que éste tenga que comprender lo que
mira; sus pasiones lo determinan sin sesgos
racionales.

En la era global, la televisión fortalece el
localismo, aldeaniza. "El mundo visto en imágenes es
necesariamente un mundo de primeros planos: algunas caras, un
grupo, una
calle, una casa. Por tanto, la unidad foto-aprehensible es, al
máximo, la aldea, el conglomerado humano mínimo."
La realidad se percibe por medio de estampas, de tomas y cortes
que, en definitiva, reducen la complejidad de los hechos y del
planeta para hacerlo video-interesante. De tal suerte, la
televisión se convierte en un agente perverso de la
globalización. Mientras que por un lado homogeneiza
mediante la explotación de la sensibilidad del
público (¿o debería decir
sensiblería?); por el otro, fragmenta, mostrando recortes
del mundo que impiden una comprensión integral de
éste. Muestra imágenes de aldeas dispersas y
distintas, pero que provocan lo mismo.

Sobre la posibilidad del gobierno del pueblo en la
época del homo videns, Sartori cita a Ghita lonescu: "El
hecho de que la información y la educación
política estén en manos de la televisión [
… ] representa serios problemas para
la democracia. En lugar de disfrutar de una democracia directa,
el demos está dirigido por los medios de
comunicación". Éstos no son el espejo de la
opinión
pública, sino -la pantalla que recoge el eco que viene
de regreso. De acuerdo con Sartori, no reflejan los cambios que
ocurren, sino las transformaciones que, a la larga, promueven. La
abundancia de información no garantiza la
comprensión de los fenómenos: "se puede estar
informadísimo de muchas cuestiones, y a pesar de ello no
comprenderlas". La televisión produce un demos cuyo
criterio somete a sí misma. No es una multitud que cree
opinión, es un público que la demanda. Y
así, se genera un grave problema de autoconsistencia: la
referencia del público es la opinión que los
medíos transmiten, de manera que el productor produce a
sus consumidores y éstos, a su vez, se vuelven adictos al
producto. Un
homo videns que ha perdido la capacidad de disentir se vuelve,
entonces, un elector teledirigido. "En estas condiciones, el que
apela y promueve un demos que se autogobierne es un estafador sin
escrúpulos, o un simple irresponsable, un increíble
inconsciente."

La difusión de encuestas que
pretenden retratar a ese desconocido llamado opinión
pública, degenera en un gobierno de los sondeos. Sin
embargo, éstos no constituyen, de manera alguna, un
instrumento del poder de los ciudadanos; por el contrario, son
"una expresión del poder de los medios de
comunicación sobre el pueblo». La consistencia
de las opiniones expresadas estadísticamente es nula: su
argumentación es pobre, su profundidad inexistente. Es tal
el margen que existe para provocar una respuesta, manipulando la
pregunta, que la opinión que se recoge no es,
necesariamente, la del encuestado, sino, por lo general, la que
el encuestador persigue. Y en ese caso quien gobierna no es el
pueblo, sino los medios.

Finalmente, y frente a un escenario tan poco alentador
¿cuál es la salida? Sartori, bien a bien, no lo
sabe. Señala, sin embargo, las respuestas equivocadas. En
primer lugar, argumenta que la competencia no es una
solución, pues lejos de incrementar la calidad de los
medios, la disminuye para cautivar a un público
acostumbrado a la basura
mediática. Rivalizando en conformismo, la competencia
entre los medios no acarrea sino un deterioro de su contenido: el
sensacionalismo se vuelve más pagadero porque llama
más la atención, es más emotivo y no
requiere de reflexión profunda. Por si fuera poco, la
libertad de
expresión presenta un obstáculo que complica
sobremanera la cuestión: intentar alterar las
transmisiones televisivas podría interpretarse (no sin
cierta razón) como una forma de censura. Lo único
que queda, pues, es defender al libro: la
cultura escrita contra la revolución
visual. ¿Pero cómo?

Homo videns es más una reflexión que un
estudio. Se distingue de los demás trabajos de Sartori,
especialmente, en cuanto a la profundidad del texto: no es
un tema que el autor domine, es, más bien, una asunto que
le preocupa. Está lejos de ser un libro especializado
(como, por ejemplo, Ingeniería constitucional comparada): el
rigor académico de otros trabajos no es tan evidente.
Incluso su aparato crítico está mucho menos
nutrido. Empero, su agudeza y suspicacia siguen resaltando. Al
final, y a diferencia de algunas otras de sus obras, lo que
pretende es generar preguntas, no ofrecer respuestas. Desde el
inicio, avisa sobre sus intenciones: "La mía quiere ser
una profecía que se autodestruye, lo suficientemente
pesimista como para asustar e inducir a la cautela". Propone el
tema del imperio de la imagen, poniendo énfasis en sus
peligros y esperando, así, detener el florecimiento y la
expansión del homo videns.

ANGEL
VIVAS

MADRID.- A pesar de que su apariencia no engaña y
tiene todo el aspecto de lo que es, un respetado profesor de las
universidades de Florencia y Columbia (Nueva York), autor de
numerosos ensayos, los
libros de Giovanni Sartori tienen el don de resultar
polémicos.

El último, concretamente, Homo Videns. La
sociedad teledirigida (Taurus), afirma haberlo escrito con la
intención de armar bronca.

Es un alegato contra el poder de la televisión,
contra la falsa creencia de que una imagen vale más que
mil palabras (es, más bien, al revés) y una llamada
de alerta ante los efectos negativos producidos en toda una
generación que ha conocido las imágenes televisivas
antes que la letra impresa.

El terreno de los libros y la lectura, de
la palabra, es el de los conceptos abstractos, el del mundo
inteligible que se dirige a la capacidad simbólica que es
lo específico del ser humano.

Las imágenes se limitan al mundo sensible, a las
cosas que se ven y forman lo más inmediato y cotidiano de
la vida. El predominio de ese segundo mundo sobre el primero es,
según Giovanni Sartori, lo que nos puede llevar a lo que
casi es una regresión evolutiva, el paso del homo sapiens
al homo videns.

Giovanni Sartori afirma en el libro que
«actualmente, el pueblo soberano "opina" sobre todo en
función de cómo la televisión le induce a
opinar; y en el hecho de conducir la opinión, el poder de
la imagen se coloca en el centro de todos los procesos de la
política contemporánea».

Y cuando se refiere a los debates de opinión,
Sartori parece haberse documentado con los programas de las
televisiones españolas: «La desinformación se
alimenta de dos típicas distorsiones de una
información que tiene que ser excitante a cualquier
precio:
premiar la excentricidad y privilegiar el ataque y la
agresividad… Destacan los charlatanes, los pensadores
mediocres, los que buscan la novedad a toda
costa».

Sartori se refiere también a la censura
implícita, que él sitúa en lo que llama
«la voluntad de servir», principio según el
cual la promoción va unida al poder político
y un periodista sabe lo que le puede promocionar o perjudicar
según su mayor o menor sentido crítico con el
poder.

Homo videns. La sociedad teledirigida

Giovanni
Sartori

La
política vídeo-plasmada

El último aspecto de la
vídeo-política que trataremos aquí es que la
televisión favorece -voluntaria o involuntariamente- la
emotivización de la política, es decir, una
política dirigida y reducida a episodios emocionales. He
explicado ya que lo hace contando una infinidad de historias
lacrimógenas y sucesos conmovedores…
La cuestión es que, en general, la cultura de la imagen
creada por la primacía de lo visible es portadora de
mensajes "candentes" que agitan nuestras emociones,
encienden nuestros sentimientos, excitan nuestros sentidos y, en
definitiva, nos apasionan.
El saber es logos, no es pathos, y para administrar la ciudad
política es necesario el logos. La cultura escrita no
alcanza este grado de "agitación". Y aun cuando la palabra
también puede inflamar los ánimos (en la radio, por
ejemplo), la palabra produce siempre menos conmoción que
la imagen. Así pues, la cultura de la imagen rompe el
delicado equilibrio
entre pasión y racionalidad. La racionalidad del homo
sapiens está retrocediendo, y la política
emotivizada, provocada por la imagen, solivianta y agrava los
problemas sin proporcionar absolutamente ninguna solución.
Y así los agrava.

Regnum hominis y hombres bestias

El núcleo en torno al cual
todo se imbrica es el hombre como
animal racional. En este trabajo, he insistido en la
noción de animal simbólico porque no postulo que el
hombre sea un animal racional. Su racionalidad presupone un
lenguaje lógico (no sólo un lenguaje emotivo) y un
pensamiento
abstracto que se desarrolla deductivamente, de premisa a
consecuencia. Por consiguiente, nuestra racionalidad es una
potencialidad y, asimismo, un tener que ser, difícil de
lograr y fácil de perder; es sólo una parte de
nuestro ser. Pero es la condición sine qua non, la
condición imprescindible, la condición
necesaria.
Y sin embargo, el animal racional está siendo atacado
profundamente, más de cuanto lo haya estado nunca
… Y el clima cultural
más apoyado por los medios de comunicación consiste
en atacar al modelo
elitista, abyecto y superado, del hombre racional occidental
… El hombre del postpensamiento, incapaz de una
reflexión abstracta y analítica, que cada vez
balbucea más ante la demostración lógica
y la deducción racional, pero a la vez fortalecido en el
sentido del ver (el hombre ocular) y en el fantasear (mundos
virtuales), ¿no es exactamente el hombre bestia que
presenta Vico en su Ciencia Nueva?
Realmente se le parece.

Racionalidad y
postpensamiento

El contraste que estoy perfilando entre homo sapiens y,
llamémoslo así, homo insipiens no presupone
idealización alguna del pasado. El homo insipiens (necio
y, simétricamente, ignorante) siempre ha existido y
siempre ha sido numeroso. Pero hasta la llegada de los
instrumentos de comunicación de masas los "grandes
números" estaban dispersos, y por ello mismo eran muy
irrelevantes. Por el contrario, las comunicaciones
de masas crean un mundo movible en el que los "dispersos" se
encuentran y se pueden "reunir", y de este modo hacer masa y
adquirir fuerza.
Así pues, aunque los pobres de mente y de espíritu
han existido siempre, la diferencia es que en el pasado no
contaban -estaban neutralizados por su propia dispersión-
mientras que hoy se encuentran, y reuniéndose, se
multiplican y se potencian.
Una vez dicho esto, la tesis de fondo
del libro es que un hombre que pierde la capacidad de
abstracción es eo ipso incapaz de racionalidad y es, por
tanto, un animal simbólico que ya no tiene capacidad para
sostener y menos aún para alimentar el mundo construido
por el homo sapiens.
Hoy más que nunca, la gente tiene problemas, pero no posee
la solución a esos problemas. Hasta ahora se consideraba
que en política la solución de los problemas de la
gente hay que reclamársela a los políticos (al
igual que en medicina hay que
pedírsela a los médicos, y en derecho a los
abogados). No obstante, el gobierno de los sondeos, los
referendos y la demagogia del directismo atribuyen los problemas
a los políticos y la solución a la gente. Y en todo
ello, la televisión "agranda" los problemas (creando
incluso problemas que en realidad no existen, problemas
superfluos) y prácticamente anula el pensamiento que los
debería resolver.
El ataque a la racionalidad es tan antiguo como la racionalidad
misma. Pero siempre ha representado una contrarréplica
-desde Aristóteles hasta nosotros-. La
fórmula de Tertuliano era: credo quia absurdum. Y le
respondía y le superaba la Summa Theologica de Santo
Tomás, que destila lucidez lógica. A su modo y de
forma diferente, Pascal con sus
raisons du coeur, Rousseau
reivindicando un "hombre natural" incorruptible y centrado en el
sentimiento, y Nietzsche con
una extraordinaria y alucinada exaltación de los "valores
vitales" han rebatido el cogito cartesiano. Pero ellos eran
grandes literatos y en sus ataques al cogito, formidables
pensadores. En definitiva, no eran hombres bestia.
Sin embargo, sí lo son los exaltadores de la
"comunicación perenne". Lo que ellos proponen no es un
verdadero antipensamiento, un ataque demostrado o demostrable al
pensamiento lógico-racional; sino, simplemente, una
pérdida de pensamiento, una caída banal en la
incapacidad de articular ideas claras y diferentes.
Entonces, el punto no es tanto que encontremos un nutrido
número de autores famosos que ataquen la racionalidad
… Actualmente, proliferan las mentes débiles, que
proliferan justamente porque se tropiezan con un público
que nunca ha sido adiestrado para pensar. Y la culpa de la
televisión en este círculo vicioso es que favorece
-en el pensamiento confuso- a los estrambóticos, a los
excitados, a los exagerados y a los charlatanes. La
televisión premia y promueve la extravagancia, el absurdo
y la insensatez. De este modo refuerza y multiplica al homo
insipiens.
La ignorancia casi se ha convertido en una virtud, como si se
restableciera a un ser primigenio incontaminado e incorrupto; y
con el mismo criterio, la incongruencia y el apocamiento mental
se interpretan como una "sensibilidad superior", como un esprit
de finesse, que nos libera de de la mezquindad del esprit de
géométrie, de la aridez de la racionalidad.
Y aunque numerosas civilizaciones han desaparecido sin dejar
huella, el hombre occidental ha superado la caída,
verdaderamente "baja", de la baja Edad Media. La
superó y volvió a resurgir, en virtud de su unicum
que es su infraestructura o armadura lógico-racional. Pero
aunque no desespero, tampoco quiero ocultar que el regreso de la
incapacidad de pensar (el postpensamiento) al pensamiento es todo
cuesta arriba. Y este regreso no tendrá lugar si no
sabemos defender a ultranza la lectura, el
libro y, en una palabra, la cultura escrita.
Decía que para encontrar soluciones hay
que empezar siempre por la toma de conciencia
… Y debemos reaccionar con la escuela y en la escuela. La
costumbre consiste en llenar la aulas de televisores y
ordenadores. Y deberíamos, en cambio,
vetarlos (usándolos sólo para el adiestramiento
técnico, como se haría con un curso de mecanografía). En la escuela los pobres
niños
se tienen que "divertir". Pero de este modo no se les
enseña ni siquiera a escribir y la lectura se va quedando
cada vez más al margen. Y así, la escuela consolida
al vídeo-niño en lugar de darle una
alternativa.

Homo videns. La sociedad
teledirigida

Giovanni Sartori, Taurus, Madrid, 1998, 140
págs.

Los medios audiovisuales invaden paulatinamente la
cultura contemporánea condicionando en igual medida la
futura. Las estadísticas revelan que cada vez se leen
menos libros y se compran menos periódicos. Como
consecuencia de ello, los mass media -televisión y
radio,
principalmente- se convierten en la única, principal y
casi exclusiva fuente de formación e información de
la ciudadanía. Irrumpe también, con mucha fuerza,
un nuevo medio de comunicación, Internet, y las
posibilidades que se nos ofrecen desde la cibernética. ¿Cómo
será la sociedad audiovisual y cibernética?
¿Cuál es la cultura que se está
desarrollando actualmente?.

El politólogo y ensayista italiano, Giovanni
Sartori, profesor de las Universidades de Florencia y Columbia,
retoma sus tesis sobre los efectos de la televisión y
hace, en su nueva obra, Homo Videns. La sociedad teledirigida, un
análisis de la influencia de la
televisión y de la cibernética en la sociedad
actual. Intenta dar respuesta a los interrogantes de futuro que
plantea el nuevo esquema de comunicación
social que se está configurando actualmente. Un
sistema dónde predominan los individuos solitarios,
la
comunicación es cada vez menos personal, la
televisión se convierte en el vehículo universal de
transmisión de información, desde los países
más poderosos hacia todo el planeta, y aparece un nuevo
elemento comunicacional: las redes de comunicación
cibernéticas. De las que todavía se desconocen las
consecuencias, tanto en la educación como en la
intercomunicación de las personas, así como de sus
diferentes utilizaciones.

El autor de Teoría
de la Democracia (Alianza, Madrid, 1988) y Elementos de
Teoría Política (Alianza, Madrid, 1992), entre
muchas otras obras y escritos, es tajante en sus convicciones. En
su crítica al poder de la televisión y de la
cibernética, niega las posibilidades de la
información audiovisual como fuente de formación.
Ésta anula la posibilidad de hacer abstracción de
los conceptos aprehendidos y de configurar nuevas ideas,
postulados y proyectos. Anula
la capacidad de reflexión del ser humano. La cultura, por
tanto, se vuelve superficial, con abundancia de imágenes
pero escaso contenido. La sociedad, por tanto queda, a juicio del
politólogo, en manos del poder audiovisual.

Respecto de Internet, la otra herramienta
comunicacional, ya real pero con una gran proyección de
futuro, duda seriamente sobre la posibilidad de que pueda ser
utilizada como vehículo cultural. Ve la todopoderosa
red reducida a un
mero instrumento de diversión, destinada a los hobbies o,
en todo caso, con alguna utilidad
práctica -fundamentalmente administrativa-. Arremete
contra los teóricos defensores de un mundo futuro basado
en las redes cibernéticas, rebatiendo las teorías
de los hoy muy en boga, Nicholas Negroponte y Luis Rossetto,
entre otros. En último caso, se decanta a favor del
triunfo de la televisión sobre internet, como instrumentos
de comunicación social de masas.

A partir de estas cuestiones, teoriza sobre las
posibilidades de los medios audiovisuales tanto para informar
como para crear o contribuir a transmitir la opinión
pública. Sartori niega a la televisión cualquier
posibilidad de transmisión de una opinión
pública real, en tanto en cuanto, según el
intelectual italiano, son los propios medios audiovisuales los
creadores de las diferentes corrientes de opinión, que
luego se encargan de presentar cómo la opinión de
una/s determinada/s sociedad/es. Por otra parte, no es menos
favorable a concederle al medio televisivo unas mínimas
posibilidades informativas. Califica a la televisión de
reduccionista, porque coge una realidad determinada y la
simplifica y reduce al máximo para transmitirla. Y utiliza
dos términos para definir el medio:
"subinformación", en tanto que los mensajes son
extremadamente resumidos y simplistas, y "desinformación"
porque, a menudo, se utiliza para dar una información
"amañada", de acuerdo con las convicciones de los que
ostentan el poder, y también en función de lo que
éstos desean transmitirnos.

Ante este panorama, ¿cómo actúa la
televisión en un sistema de democracia?. El
análisis de Sartori señala dos cuestiones o
aspectos principales: por un lado, la desaparición de los
partidos como base sustentadora de una política
determinada, poniendo los ejemplos norteamericano -donde el
sistema de partidos es muy débil- e italiano -Silvio
Berlusconi se hace con el poder sin tener un partido fuerte que
lo apoye pero tiene, eso sí, uno de los grupos de
comunicación más fuertes del país-; por
otro, en la televisión se dejan de vender idearios
políticos, ahora lo que se vende son personas,
imágenes. Se pasa, además, a una nueva forma de
hacer política, influenciada por el poder de los medios de
comunicación. Un ejemplo de esto, a juicio del autor,
sería el caso de la intervención de Ronald Reagan
en el Irangate, después de que la sociedad norteamericana
contemplara el dolor televisado de los padres de los
rehenes.

Mientras tanto, la información en manos del
pueblo es cada vez más pobre, a la vez que a la sociedad
se le pide más participación y se produce el
tránsito de una democracia representativa a una directa.
Pero, ¿cómo se puede opinar y participar sin tener
un criterio previamente formado?. O mejor, ¿qué
tipo de participación se pide cuando existe un criterio,
pero alimentado al amparo de
corrientes de opinión pre-configuradas a través de
los medios de comunicación dominantes?. Como ilustrativo,
el autor italiano recoge un dato: en occidente las personas
políticamente formadas o interesadas en la materia son
entre un 10 y un 25 por cien. Las que realmente tienen
competencia se reducen a entre un 2 y un 3 por ciento.

El cuadro descrito por Sartori es desolador. Sin
solución, a éste le resulta imposible encontrar una
fórmula que redima la televisión. Las tesis que
sostiene con convicción a lo largo de su último
libro, se condensan en las siguientes líneas: "Mientras la
realidad se complica (…) las mentes se simplifican y
nosotros estamos cuidando a un video-niño que no crece, un
adulto que se configura para toda la vida como un niño
recurrente (…) Nos encontramos ante un demos debilitado,
no solo en su capacidad de tener una opinión
autónoma sino también en clave de pérdida de
comunidad".

Se crea, de este modo, una "multitud solitaria", una
"soledad electrónica", dirigida por los que tienen
el poder televisivo. Se anula el valor del
medio como instrumento democrático. La sociedad deriva
entonces hacia una era de "post-pensamiento", de pérdida
de la capacidad de pensar. Para Sartori es una situación
comparable a la Baja Edad Media. Y de la cual vaticina que
será muy costoso retornar.

Es esta una reflexión interesante y original
-algo a lo que nos tiene acostumbrados el autor- sobre la
influencia del que se ha dado en llamar el "cuarto poder" en el
desarrollo de
la cultura contemporánea, aunque su conclusión
constituya la negación casi absoluta de los posibles
valores formativos del medio audiovisual.

 Gloria
Cardenal Sanabria

 La educación formal

Es la que se da en instituciones
educativas, como son la escuela y la familia. Se
caracteriza por ser intencional en su actitud y
propósitos, es sistemática en su realización
y limitada en su duración. Es ejercida por educadores
profesionales, maestros y padres.

La educación formal tiene dos modalidades: la
educación reglada que corresponde al sistema escolar y la
no reglada que corresponde a todas las formas de educación
extraescolar que se ha llamado educación "no
formal".

La educación informal

Es la que recibe el niño y el adulto a
través del uso cotidiano de la prensa, radio y
televisión, de sus lecturas, del contacto con grupos
sociales, de su pertenencia a un club determinado, sindicato,
parroquia, o asociaciones deportivas, de sus actividades del
tiempo libre, de asistir a conferencias, de visitas culturales,
etc. No es intencional, es inconsciente y a veces deformadora, no
es sistemática, continúa diariamente.

Esta educación ha sido aludida por los pedagogos,
que han llamado con distintos nombres: educación
ambiental, difusa, cósmica, espontánea,
incidental, igual, paralela.

J. Trilla afirma que la educación informal es la
que produce mediante procesos educativamente indiferenciales o
inespecíficos, esta educación tiene lugar cuando
instituciones que no son de por sí educativas, sino que
tiene otros propósitos; por ejemplo: deportivos en un
club, recreativos en un film para niños, religiosos en una
parroquia, políticos en un partido, etc, producen
indirectamente resultados educativos, pero carece de
intencionalidad y si no hay intencionalidad en la
educación no hay educación, podemos concluir
que:

" la educación informal no existe, la
educación o es formal o no es; lo que existirá son
ambientes que produzcan resultados deseables "

La educación no formal

Se refiere a todas aquellas instituciones, actividades,
medios, ámbitos de educación que no siendo
escolares han sido creados expresamente para satisfacer
determinados objetivos
educativos, abarca desde ludotecas ( lugar donde se guardan,
prestan o intercambia juguetes y juegos ),
hasta programas de alfabetización no escolar, desde
actividades de reciclaje
profesional organizadas por las propias empresas a las
colonias de verano, desde la enseñanza a distancia, pasando por la
instrumentalización pedagógica de los medios de
comunicación de masas. En resumen es un tipo de
educación intencional, metódica, con objetivos
definidos pero no circusncrita a la escolaridad
convencional.

BIBLIOGRAFÍA

Microsoft Encarta 2000 Mr.

Pequeño Larousse Ilustrado, Edit Larousse,
México
1978.

López Rosado Felipe "El hombre y la sociedad"
Edit. Porrúa, Tercera edición, México 1973,
pp. 221

Copias de el libro "La educación más
allá de la escuela"

MAT. ASPECTOS SOCIALES DE LA EDUCACIÓN

PROFESOR (a). Maria eugenia Ocampo

El concepto de
"mundialización"

Es sin duda uno de los que siguen suscitando actualmente
los debates más vivos y contradictorios. Aceptado por
algunos como una realidad ineludible e incluso natural de nuestro
tiempo, denigrado por otros porque lo entienden como una
uniformización del mundo impuesta por la única
verdadera potencia actual,
Estados
Unidos, este concepto no deja de alimentar los debates aunque
continúa sin ajustarse a las definiciones demasiado
cerradas. Hoy por hoy, es en el campo económico donde
principalmente el fenómeno de la mundialización
aparece como más patente, y una de sus marcas visibles
es la desregulación económica y financiera que no
cesa de afectar a los países pobres,
empobreciéndoles todavía más. En cambio,
existen super-trusts industriales y multinacionales de toda clase
que se han liberado desde hace decenios de la tutela de los
estados y constituyen, actualmente, un poder gigantesco con el
que más de un Estado debe contemporizar. La economía mundial
tiene hoy sus leyes y
está en condiciones de meter en cintura al poder
político. La implantación de sanciones
económicas y embargos debilita considerablemente a los
tiranos y los sistemas
tiránicos. El ejemplo más reciente de embargo es
sin lugar a dudas el de Indonesia, a la que había que
arrancar la decisión de intervenir en Timor Oriental con
el fin de hacer reinar el orden y detener las matanzas de la
población civil que votó la independencia
en agosto de 1999. Es cierto que la gran potencia
económica del momento sigue siendo Estados Unidos y la
mundialización aparece claramente según sus
detractores como una especie de americanización del mundo.
El agente de policía americano no se contenta con hacer
reinar el orden, es decir su orden, sino que impone su modelo
social, su visión del mundo, sus leyes sociales y su
lengua…, en suma, se sustituye al Otro. Desde hace mucho,
los perdonavidas de la Coca Cola lo saben y luchan para obtener
una mínima mundialización. La bebida símbolo
de Estados Unidos no oculta únicamente un argumento
económico, sino que además, y tal vez sobre todo,
un argumento político. La mundialización entendida
como una americanización del globo aspira, por un lado, a
la hegemonía económica y, por el otro, a la
hegemonía política, llamada más
comúnmente imperialismo
americano.

MUNDIALIZACIÓN Y CULTURA

Sin embargo, dicha hegemonía se realiza
también en el terreno cultural. No es necesario demostrar
ya la importancia de la lengua inglesa en las relaciones
internacionales. El inglés
sigue convirtiéndose en la lengua común de los
cinco continentes. Este simple hecho pone de manifiesto que la
mundialización afecta íntimamente la
cuestión intercultural. Más que en todos los siglos
del pasado, el nuestro, que ha visto establecerse la
mundialización, de repente ha puesto en contacto a
culturas muy distintas. La diversidad cultural está
sometida a la dinámica de esta mundialización que
algunos acusan de uniformización. Más que nunca
asistimos a un movimiento
continuo de difusión de los modelos de
producción y consumo a
escala
planetaria, ligada a mundialización de las
tecnologías e intercambios, además de unas
profundas mutaciones económicas, sociales y culturales que
conllevan un replanteamiento de los modelos de integración social. Dichas transformaciones
se repercuten en el campo epistemológico de las ciencias
sociales y éstas suscitan una renovación de
nuestras concepciones en dicho ámbito. Por consiguiente,
en un momento en que la mundialización se hace cada vez
más palmaria e irreversible, las minorías pregonan
también su existencia y reivindican más que nunca
el reconocimiento de su entidad. Así pues, la
mundialización no puede ser asimilada simple y llanamente
como una uniformización que sustituiría a las
culturas tan diversas del mundo, sino como un proceso
infinitamente más complejo, que revela precisamente hasta
qué punto el mundo está compuesto de diversidades
coherentes, que ahora deben afrontar una nueva coherencia de
vocación universal. La mundialización, para
nosotros, no es una cultura que aplastaría a las culturas
regionales, clásicas y ancestrales, sino más bien
una nueva manera de ser que obliga al sujeto a situarse sin
traumas ni frustraciones entre, por un lado, la coherencia de su
cultura tradicional de origen, a partir de la que ha empezado a
mirar el mundo y a adherirse a valores que estructuran su
personalidad
y, por otro lado, la coherencia nueva en la que lo empujan las
tecnologías modernas universales y universalizables, que
lo fuerzan a renovar su visión del mundo y a redefinir
los valores
que creía inmutables. Está claro desde este punto
de vista que la mundialización lleva así al sujeto
a plantearse la cuestión del relativismo cultural.
¿Qué vale realmente hoy mi cultura? ¿En
qué puede ser un modelo para el Otro? ¿Lleva en su
sino lo universalizable? ¿Sigue dando sentido a unas
prácticas sociales en las que otros pueden reconocerse?
Vemos en la rápida evocación de tales ejemplos que
la mundialización sobrepasa con creces el campo
específico de lo económico y se extiende al terreno
político y cultural en el sentido amplio. Y parece
corroborarlo el hecho de que el poder político va
acompañado muy a menudo por una visión
económica y viceversa.

GLOBALIZACIÒN.

El proceso de «globalización» plantea la oportunidad
de mejorar las condiciones de acceso a mercados que
anteriormente se hallaban más fragmentados. Los flujos de
información, tecnología y capital de
cartera han sido los que más han incrementado su movilidad
y, por consiguiente, constituyen los mercados donde más
han mejorado las condiciones de acceso para economías con
menor capacidad relativa de generación endógena.
Sin embargo, las condiciones para aprovechar estas oportunidades
está heterogéneamente distribuidas entre
países. Un aspecto central, por consiguiente, reside en
identificar los atributos que mejoran dicha capacidad y permiten
revertir los aspectos negativos heredados de comportamientos
pasados.

La notable reducción de los costos del
transporte y
las comunicaciones ha facilitado la división del proceso
productivo, permitiendo la participación de un mayor
número de localizaciones geográficas según
las ventajas que cada una aporta a la cadena de
valor agregado. Este hecho ha ampliado las oportunidades para
que economías individuales participen más
activamente de las redes internacionales de producción
administradas por las grandes compañías
multinacionales.

El proceso de «globalización»
también crea nuevas oportunidades en tanto incrementa la
competencia, sienta las bases para el establecimiento de nuevas
alianzas empresarias y societales y contribuye a la
desarticulación de los oligopolios
establecidos.

Fuente.- buscador de yahoo…

¿ Qué es una subcultura
?

Es un grupo de individuos con creencias, actitudes,
costumbres u otras formas de comportamiento
diferentes a las dominantes en la sociedad, aunque participen de
ella.

La subcultura es un concepto aplicable a grupos
reducidos, como las minorías étnicas, los
consumidores de drogas o
incluso a grupos religiosos o comunidades homosexuales. Los lazos
entre los integrantes de una subcultura se ven reforzados por el
hecho de hallarse enfrentados a los valores y comportamientos de
la sociedad dominante. Las subculturas hacen hincapié en
ciertas características como la forma del lenguaje. Esta
diferencia es al mismo tiempo una reafirmación de orgullo
individual y de pertenencia a un grupo.

Actualmente muchas sociedades
occidentales están compuestas de una gran variedad de
grupos étnicos y sociales; los límites
entre agrupaciones basadas en criterios sociales, sexuales, de
edad, de etnia, de religión y
nacionalidad son cada vez más difíciles de marcar y
la interrelación de estos grupos es cada vez más
frecuente.

Hay dos ejemplos muy claros de subculturas:

Movimiento Mormón

Secta cristiana fundada en 1830 por Joseph Smith,
llamado el profeta. En un principio eran tan sólo unos
cuantos miembros, pero el movimiento ha ido incrementando de
forma constante su número de fieles, debido a su
proselitismo y a un índice de natalidad bastante
alto.

Por ejemplo en México, en 1992 había
más de 600.000 mormones, la mayoría de ellos
convertidos desde 1975.

CARACTERÍSTICAS  
El movimiento mormón, cuyo nombre oficial es Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, es
una confesión cristiana que surgió con el
propósito de restaurar el verdadero mensaje
evangélico cristiano, en tanto que sus fundadores
consideraban que el cristianismo
había sufrido un proceso progresivo de deterioro y
corrupción.

Estructura  
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos
Días es laica, jerárquica y autoritaria. El obispo,
que junto con dos cancilleres preside por lo general una
custodia, ocupa este puesto durante cinco años.

Dentro del conjunto de las autoridades generales del
movimiento mormón, hay un grupo de tres hombres que
presiden el obispado y el Primer Quórum de los Setenta,
con siete presidentes. En la cima de esta jerarquía
está el presidente de la confesión, a quien sus
miembros denominan el profeta. Culto y actividades
 

El culto mormón es sencillo; está
compuesto por himnos, oraciones, el sacramento de la Cena del
Señor (celebrado con pan y agua) y
sermones pronunciados por miembros de la comunidad laica de la
congregación.

Hay unos 24 templos mormones en el mundo. Uno de ellos
se encuentra en nuestra ciudad, (Av. San Juan de Aragón,
esquina con Eduardo Molina).

Situación actual  En general los mormones
son considerados una confesión cristiana conservadora y
con frecuencia se les identifica con los protestantes
fundamentalistas.

Jesuitas o Compañía de
Jesús

Es un instituto religioso de clérigos regulares
de la Iglesia católica. Fundada por san Ignacio de Loyola
en 1534, la Compañía de Jesús fue confirmada
oficialmente por el papa Pablo III en 1540. La frase
emblemática de la orden es Ad majorem Dei gloriam (en
latín, ‘A la mayor gloria de Dios’) y su
objetivo es el
de difundir la fe católica por medio de la
predicación y la educación, así como
trabajar en lugares y momentos en que así lo requiera con
urgencia la Iglesia.

Organización y estructura

La Compañía de Jesús se estructura
en provincias (agrupadas en asistencias). En la actualidad,
existen 65 provincias en el mundo, cada una de las cuales
está bajo el mando de un padre provincial. La
máxima autoridad de la orden recae en un superior general,
cargo que tiene carácter
vitalicio. El superior general, residente en Roma, es elegido
por la Congregación General (integrada por la totalidad de
los provinciales y dos diputados por provincia) y asesorado por
los asistentes.

¿ Qué es una contracultura
?

Es una oposición a los tradicionalismos y
conjuntos de
creencias que han pasado a través del tiempo.

Son agrupaciones que intentan formar nuevas
ideologías y tradiciones a partir de su generación,
sin embargo, forman parte de la sociedad que pretenden negar. Por
poner algunos ejemplos:

Homosexualidad

Preferencia y atracción sexual por personas del
mismo sexo; a los
homosexuales masculinos a menudo se les denomina 'gays'. La
actitud actual en ciertas partes de nuestra ciudad el hecho de
ser homosexual o de practicar la homosexualidad
puede provocar la pérdida del trabajo, la discriminación en la concesión de
vivienda, el rechazo social e incluso la cárcel. Durante
los últimos años, los grupos a favor de los
derechos de los
gays han trabajado para conseguir una mayor aceptación de
la homosexualidad por parte de la opinión pública y
en la legislación. El nivel de aceptación alcanzado
en la década de 1970 disminuyó durante la
década siguiente debido a la reacción
pública negativa respecto a la propagación del
síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA o AIDS en
inglés), que afecta en mayor proporción a la
sociedad homosexual masculina. Este hecho condujo al rechazo
social y a un prejuicio creciente contra los
homosexuales.

Actitud profesional

Gran parte de la incomprensión y de los
prejuicios existentes contra la homosexualidad proceden de su
clasificación como enfermedad en el siglo XIX.

Un estudio clásico llevado a cabo en 1957 en la
universidad de
California, en Los Ángeles (Estados Unidos),
rebatía la hipótesis de la enfermedad. Pruebas
psicológicas realizadas a homosexuales y a heterosexuales
mostraron que entre ellos no había aspectos
patológicos diferenciadores. Aunque existen algunas
evidencias (en estudios entre gemelos y mellizos) que sugieren
que los genes pueden ser un factor en la orientación
sexual, otras teorías afirman que es más probable
que los factores determinantes sean las experiencias durante la
infancia.

Consideraciones de género

Las características sexuales anatómicas
masculinas o femeninas se establecen en el momento de la
concepción, pero factores del entorno influyen en la
posterior aceptación individual del
género.

Relaciones

Algunos homosexuales mantienen relaciones
monógamas que se asemejan a los matrimonios
heterosexuales. A partir de 1994, el matrimonio legal
entre homosexuales está aprobado en Dinamarca. En algunos
países de Europa existe la
posibilidad de que las parejas de homosexuales se registren como
parejas de hecho; en Holanda, además, algunas parejas
estables han conseguido el derecho legal para adoptar
niños.

Punk rock en su
acepción literal rock "basura".

La expresión englobó a un conjunto de
bandas (Sex Pistols, The Clash, The Damned, Johnny Thunders
Heartbreakers, Richard Hell, Flowers of Romance, The Vibrators,
Siouxsie and The Banshees, entre otras) surgidas en Londres y
cuyo epicentro se encontraba en la tienda de moda que desde
1971 regentaba en King´s Road, Chelsea, el promotor y
veterano simpatizante del movimiento suprematista Malcolm McLaren
y la diseñadora Vivianne Westwood. No obstante, pese a que
serían estas y otras formaciones afines las que a mediados
de la década darían su perfil definitivo al
movimiento punk, sus antecedentes más claros se encuentran
en Estados Unidos.

En la Ciudad de México el movimiento punk rock no
se limitó a ser tan sólo un estilo musical. Primero
porque sus primeras manifestaciones poseen un carácter
más general y purista al afirmar y rechazar la decadencia
del rock profesionalizado y desvirtuado en aquella época
por los intereses comerciales de las grandes
compañías discográficas.

Por último, el punk conoció una
rápida e inusitada difusión, visual antes que
musical, gracias a sus manifestaciones externas, que no se
redujeron a la simple exhibición de sus llamativos y
singulares rasgos de identidad
estética, marcados por la espontaneidad y
el afán de ruptura.

FUENTE

Enciclopedia Microsoft®
Encarta® 2000. © 1993-1999 Microsoft Corporation.
Reservados todos los derechos.

COMENTARIOS. Enrique Ponce Medina

 

 

Información elaborada por:

Iván Escalona Moreno

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